Quedan seis jornadas en la Liga Española y como es habitual, una serie de equipos huyen de los tres últimos puestos, que les haría perder la categoría y jugar la próxima campaña en Segunda División.
A estas alturas de la temporada la calidad se deja a un lado y no hace acto de presencia, o al menos lo hace en menor medida, en comparación con las sensaciones, el estado de ánimo o la racha en la que estén inmersos. De todos es sabido que en las últimas jornadas, el infierno de Segunda aprieta y los equipos de la zona baja de la tabla comienzan a sumar puntos que nadie esperaba. Por ello, el coraje, la entrega, la lucha y la garra aparecen en detrimento de todo lo que no ha funcionado el resto de la temporada.
Mientras que los famosos 42 puntos parecen garantizar la continuidad otra temporada más en Primera, la experiencia más cercana nos obliga a sumar más puntos. Y cuando este año parece que bastarán los 42 puntos o incluso menos, y los tres equipos que descenderán se creen definitivos y son los que ahora ocupan las tres últimas posiciones (Racing, Sporting y Zaragoza), la experiencia nos dice que no todo será ya tranquilidad para clubes como Villarreal o Granada. Máxime cuando por ejemplo equipos como el Zaragoza se agarran a la Primera División pese a su situación económica, motivada por su presidente.
Equipos como el Zaragoza, en racha ascendente tras una primera vuelta horrible, son los que en anteriores campañas acaban por hacer triunfar la épica. Y equipos como el Racing, a un nivel muy pobre durante todo el campeonato, no solo no mejora sino que cada jornada su situación parece ser más desquiciante. Hasta tres entrenadores, con triunvirato incluido y ya destituido, y actualmente, rotaciones infinitas, cambios de sistema táctico, decisiones incomprensibles y que desemboca en mal ambiente con la afición.
Sí, puede parecer la temporada en la que todo esté más decidido por la parte baja. Pero algún susto nos guarda la Liga y quizá alguna alegría.
